El presidente Emmanuel Macron conmemoró el bicentenario de la muerte de Napoleón, un aniversario que reaviva las polémicas en torno a esta compleja e ineludible figura de la historia de Francia.
Napoleón
El 5 de mayo de 1821, el Napoleón murió a los 51 años lejos de su familia y de su país, en Santa Elena, una isla perdida en el Atlántico Sur a la que los británicos le enviaron al exilio tras su última derrota en Waterloo.
200 años después, el presidente Macron depositó una corona de flores a los pies de su tumba, bajo la majestuosa cúpula de los Inválidos de París, Francia.
Antes, el jefe del Estado pronunció un discurso para “mirar de frente” a ese “ser complejo” que fue Napoleón, y no estar “ni en la hagiografía, ni en la negación, ni en el arrepentimiento”.
Respondiendo a quienes, sobre todo en la izquierda, criticaron la decisión de conmemorar a Napoleón, Macron llamó a no “ceder” a “la tentación del juicio anacrónico, que consistiría en juzgar el pasado con las leyes del presente”.
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