
Tras un pacto diplomático, las autoridades de nuestro país se comprometen a entregar el líquido que Texas requiere del río Bravo.
Por la vía diplomática, aunque bajo una fuerte presión política, los Gobiernos de México y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo para atender las asignaciones de agua del río Bravo, correspondientes al ciclo que inició en octubre de 2020 y que concluirá el año entrante.
El anuncio, hecho simultáneamente por las secretarías de Relaciones Exteriores, Medio Ambiente y Agricultura, confirma lo que el Departamento de Estado de la Unión Americana ya había adelantado: México se ha comprometido a tomar medidas inmediatas para evitar incumplir con el volumen de agua que fue pactado en el Tratado de 1944.
De esta forma, México hará “transferencias de agua inmediatas” al país vecino para mitigar el “potencial faltante en las entregas hacia el final del ciclo”, así como durante la próxima temporada de lluvias.
Washington señaló que estas acciones ayudarán a los agricultores y ganaderos de Texas a suplir sus requerimientos de agua y permitirán “reducir el déficit”.
En su comunicado conjunto, las dependencias mexicanas aseguraron que el objetivo principal es garantizar el abastecimiento de agua para el consumo humano en todas las poblaciones que son dependientes del río Bravo.
Además, se acordó que todo será supervisado por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) y la Conagua, que deberán generar un plan de cumplimiento para este y el próximo periodo de entregas.
Aunque las cancillerías de ambos países coincidieron en que el Tratado de 1944 “sigue siendo benéfico” y “no requiere renegociación”, los términos del acuerdo implican más presión que celebración.
De acuerdo con Jorge Ramírez Hernández, investigador del Instituto de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Baja California, el reto para México no es menor. “El acuerdo era esperable, pero será muy complicado que se cumpla porque hay muy poca agua en el sistema”.
El especialista explicó que el Gobierno de nuestro país deberá ponerse muy firme con los usuarios agrícolas e industriales para forzarlos a un uso más responsable del recurso, algo que históricamente ha sido difícil de lograr.
Añadió que la motivación de México para pactar fue, en buena medida, evitar una escalada diplomática, especialmente en la coyuntura actual, enmarcada por la amenaza arancelaria del presidente norteamericano, Donald Trump.
“Decidieron llegar a un acuerdo para no meter más presión en otros temas como los aranceles y el T-MEC”.
Recordó que, aunque México suele cumplir con sus compromisos hídricos, a veces lo hace muy tarde, y que esta vez la situación es más crítica.
Este nuevo entendimiento se dio tras semanas de tensión, ya que el presidente republicano Donald Trump advirtió el pasado 10 de abril sobre aranceles y sanciones contra México por supuestamente “violar” el Tratado y deber más de mil 600 millones de metros cúbicos de agua a Texas.
Y mientras las autoridades mexicanas celebran el acuerdo como un avance diplomático, los expertos advierten que el verdadero desafío apenas comienza, y que éste es lograr que el agua que no existe logre alcanzar para todos.
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